Las
Constituciones, código fundamental de la Congregación,
delínean la específica vocación josefina que el Espíritu Santo ha suscitado en la Iglesia por medio de San
Leonardo Murialdo. Ellas tienen como fuente primaria e inspiradora de sus
conmtenidos el Evangelio, que es asumido acentuando algunas dimensiones
espirituales y apostólicas – el carisma – las que determinan la fisonomía
propia de la Congregación
y de cada uno de sus miembros.
Por esto
las Constituciones son la “cédula de identidad” del josefino, porque en ellas
está contenido el proyecto fundamental y los elementos esenciales que hacen
concreta su vocación y, al mismo tiempo, son la “garantía de identidad”, en
cuanto punto objetivo de referencia en el camino de fidelidad a dicho llamado.
Bajo esta luz, ellas asumen la función de “guía” para vivir, a través de un
itinerario personal y comunitario de seguimiento de Cristo, la “palabra de
gracia” del Espíritu que Murialdo había recibido, y a la que los josefinos han
sido llamados a hacer propia y presente en la Iglesia para edificarla como Cuerpo de Cristo, según
el propio carisma.
Por
tanto, las Constituciones no deben ser vistas sólamente como un “código
jurídico” de leyes para observar, sino más bien como un proyecto de vida que
involucra todas las dimensiones de la persona y que implica un exigente empeño
de conversión.
En el
camino histórico de la
Congregación han habido varios textos de este código
fundamental, si bien con nombres diversos, desde la regla de 1873 hasta la última
del 2007. Todos han trasmitido la riqueza y la belleza de la vocación josefina.
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