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P. Ottorino Zambon (22/4/1909-6/9/2001)


Oderzo (Treviso - Italia) 22-04-1909

Archidona (Ecuador) 06-09-2001



Sacerdotes del Senor, bendecid al Senor (Dan. 3,84), fue el estribillo que se repitió corno respuesta a la Palabra de Dios proclamada en la Eucaristia de su funeral y que nos sirvió para expresar nuestra actitud de bendición y acción de gracias a Dios por la vida sacerdotal, religiosa y misionera de nuestro querido P. Ottorino Zambón, miembro de nuestra Familia Religiosa Josefmos de Murialdo, a quien el Senor, el dia Jueves 6 de sep-tiembre, se ha dignado llamarle junto a si. Los hermanos que lo acompanamos hasta su ùltima morada, quisimos que sus postreros momentos entre nosotros fueran corno fue toda su vida, una oración de alabanza al Senor.

El P. Ottorino nació en Treviso (Italia) el 27 de abril de 1909 en el hogar de Enrico Zambon y Maria de Mori, siendo el tercero entre sus hermanos. En el ambiente de amor y fé proporcionado por sus padres creció la vida cristiana y nació la vocación del futuro misionero josefino.

Con mucha dedicación realizó sus estudios primarios en Oderzo y su educación secun-daria en Montecchio Maggiore. Desde pequeno habia escuchado la invitación que el Senor le hacia a la vida sacerdotal y religiosa y quiso responder con generosidad a està llamada, para elio, en 1926 realizó su noviciado con el P. Giovanni Apolloni para prepararse a ser religioso josefino, anhelo que lo consiguió con su primera profesión en Rivoli el 28 de agosto de 1927 y con su profesión perpetua en la Congregación de San José en agosto de 1933.

Sus primeras experiencias corno apóstol y educador las realizó comò magisteriante en el Patronato S. Nicolò de Treviso.

Después de sus estudios de Teologia en Treviso fue ordenado sacerdote en Vittorio Veneto el 21 de diciembre de 1935.

Su primer campo de apostolado comò sacerdote fue en Treviso comò profesor y asi-stente de los seminaristas, después en Montecchio Maggiore y en Venecia. En 1947, deja su Patria (Italia) para venir corno misionero a Ecuador. Aqui, en està su segunda Patria, ademàs de Babahoyo, Guayaquil y Quito, ha trabajado intensamente en casi todos los centros misioneros del Vicariato Apostòlico del Napo. En obediencia a sus superiores ha ido con solicitud a donde el pueblo de Dios ha requerido sus servicios.

El dia 6 de septiembre en el Asilo de ancianos de Archidona, después de una larga ancianidad, asi comò las velas que después de consumirse ante el sagrario se apagan len­tamente, también su vida terrena se extinguió suavemente, después de haberse ofrendado por completo al servicio de Dios y de los hermanos. Podemos decir que toda su vida fue corno una lampara que una vez encendida nunca se apaga; trabajó intensamente por mas de 50 anos en la Misión del Napo, comò buen josefino, en medio de la humildad y el silen-cio con alguna herramienta de trabajo en la una mano y con el rosario y el Breviario en la otra. El P. Ottorino, ademàs de ser un sacerdote virtuoso fue un experto carpintero y con-structor, a él se le debe la construcción de algunas iglesias comò Archidona y Borja, asi comò varias escuelas del Napo. Su ejemplo maravilloso seguirà siempre vivo entre noso-tros por su sencillez, su pobreza evangèlica, su espiritu de oración y sacrificio y por la fidelidad en su consagración sacerdotal y religiosa. Su caràcter valiente y decidido para el trabajo y para hacer el bien a quienes necesitaban de él, nos impulsaran a servir al próji-mo con entusiasmo y prontitud corno él lo hizo.

Quienes lo hemos conocido y contemplamos su larga vida entregada a la expansión del Reino de Dios, con especial dedicación en el Oriente ecuatoriano, podriamos hacer nue-stras las palabras del Profeta Isaias para comprender la vida misionera del P. Ottorino: Qué hermosos son los pies del mensajero que anuncia la paz, que trae buenas noticias y que anuncia la salvación (Is. 52, 7). Que hermosa la vida de nuestro P. Ottorino realizada inte­gramente en el anuncio de la Buena Noticia de la Salvación a sus hermanos, preferente-mente a los pobres.

Como digno homenaje a su memoria pudiéramos cumplir con su aspiración expresada en su testamento que dice textualmente: pongo mi alma en las manos de Dios misericor­dioso y Confio en la bondad de todos aquellos que me recordaran ante el Senor en sus oraciones. A Dios, dador de todo bien, que colmò de beneficios en està tierra al P. Ottorino le damos gracias por la vida de este gran misionero josefino, en las Manos de Padre bueno que amò a su siervo con un amor tierno, personal y misericordioso confiamos a nuestro hermano, sabiendo que el Dios de la vida es la recompensa para los justos, vida y salva­ción después de la muerte, concederà la Bienaventuranza eterna al P. Ottorino, que comò servidor bueno y fiel sea invitado a participar del banquete de su Senor.

p. Raul Gonzàlez
superiore provincia equatoriana-colombiana



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