Megladino (PD), 27 de Enero de 1924
Rancagua, 20 de Septiembre de 2000
Miércoles,
día 20 de septiembre de 2000, volvía serenamente a la Casa del Padre, nuestro
querido
P.FERRUCCIO
BUSON GUARNIERO
Nació en Megliadino
(S.Fidenzio) en la Provincia de Padua el 27 de enero de 1924. Sus
padres Giacobbe y Genoveffa, junto con amor, le han dado una muy buena educación humana y cristiana,
educación sensilla, pero fundante y profunda.
Entró muy joven en el
Seminario Menor Josefino en Italia. A los 15 años ya era postulante y a los 16 años hizo
el noviciado en la Congregación de San José.
Desde temprano demostró
profundidad de opción religiosa y mucho interés por el estudio, usando formas originales para
acumular saber. Los tres años de filosofía lo han madurado como hombre y como
educador y docente (1940-1942).
Según el currículo
preparatorio al sacerdocio, luego de los estudios filosóficos, el seminarista
hace dos o tres años de experiencia pastoral en Obras de la Congregación. P. Ferruccio
estuvo tres años en el Colegio de Módena, última obra abierta por Murialdo,
donde pasaba sus días empeñado entre hacer clase y asistir en los patios, en el
estudio y dormitorios
y cumplir sus deberes religiosos (1943-1945). Nada de extraordinario, nada de grandioso. Simplemente él seguía el ejemplo de
otros valientes josefinos. entregados día y noche a los chicos en
internados y escuelas.
Su vocación se afirmaba
siempre más, guiado por sabios y santos hermanos de Congregación. P. Ferruccio los guardó en la
memoria y en el corazón por toda su vida.
Los estudios teológicos
en Viterbo le han dado el toque final en la identificación con el
corazón apostólico de Cristo y de Murialdo (1946-1950). Fue ordenado sacerdote
junto con más 20 compañeros. ¡Cuantas cosas ha hecho en la Congregación ese
maravilloso grupo!
Sus primeros 18 años de
pastoral se desarrollaron siempre en escuelas (Ponte de Piave, Santa Marguerita
Ligure y Oderzo). P. Ferruccio se distinguía por su ahínco en el trabajo. No perdía tiempo para nada.
En ese período de intensa entrega a la docencia, alimentaba una secreta
inquietud. En las salas de clase y en los pateos con los chicos... tenía la desagradable sensación de no estar
logrando desarrollar plenamente su ministerio sacerdotal.
P. Ferruccio veía que varios de sus compañeros
se disponían para dejar su tierra para ir en las "misiones'".
Finalmente él también se decidió plantear el tema al Superior General que prontamente empezó a pensar en un destino
misionero para R Ferruccio. Fue destinado para la Provincia
Argentino-Chilena.
El día 02/09/1968 así
escribía al Provincial de Argentina-Chile: "Estoy muy contento en saber que allá me
están esperando fraternalmente y yo no quiero otra cosa que vivir como cura y
hacer el bien. Por eso quiero estar allí lo más pronto posible. Tengo la
impresión de haber hecho tan poco para el Señor hasta ahora".
En 19/09/1968, mientras
esperaba la documentación, escribía nuevamente al Provincial de
Argentina-Chile: "Me disgustaría solo el ver que los demás trabajan y yo
"entre los que están colgados" - como diría Dante. Deseo mucho llegar
allá porque esto significa para mi poder finalmente ejercer el ministerio
sacerdotal como siempre soñé. Tengo un solo deseo: vivir
como cura con seriedad, no solo ocasionalmente y poco. Hice docencia de materias profanas por 18 años, ahora quisiera fiacer
verdaderamente el cura y ayudar a mi prójimo a salvarse y a salvar a mi
también".
Las demoras
burocráticas, acá y allá, empezaban a alargar el tiempo de la partida. P.
Ferruccio se desahogaba así con el Provincial: "Pienso que Usted logre a
entender mi estado de ánimo: no estoy acostumbrado a perder tiempo, que es el
don más precioso de Dios.
Acá el año escolar ya empezó y a mi me cuesta mucho no poder ayudar a los
hermanos". Mientras tanto estudiaba castellano y geografía de Argentina y
Chile.
Con este espíritu llegó en Buenos Aires el
31/01/1969. Su primer campo de trabajo pastoral en Argentina fue Villa Nueva
(Mendoza) hasta 1970.
En 1971 fue enviado a Valparaíso en Chile.
Allá se lanzó con fuerza increíble al
apostolado parroquial, educativo y especialmente social. A partir del golpe
militar de 1973, el país buscaba
salir de la mala situación en que se encontraba: gran desempleo, subempleo,
plan de empleo mínimo, problemas económicos y sociales de todo tipo. La
comunidad Josefina se unió al pueblo y al gobierno y se empeñó en ayudar los
más tocados por la situación: los
ancianos, los niños, los desocupados. Había la ayuda de la Caritas Nacional e Internacional y del propio gobierno
militar. P. Ferruccio y comunidad multiplicaban comedores para niños y
ancianos y buscaban desarrollar la escuela, además de hacer una
evangelización y sacramentalización muy sistemática. Las estructuras edili-cias
de P Ferruccio fueron siempre muy sencillas y pobres, pero de mucho servicio.
P. Ferruccio se quedó en
Valparaíso hasta abril de 1983. En ese tiempo le perseguía una dificultad:
tenía impresión de falta de espacio y libertad para su trabajo pastoral y social. Buscaba campo de
acción más amplio y libre.
Empezó a plantear el
tema a los superiores. Después de unos meses pasados en Requinoa
(abril a septiembre), P Ferruccio obtuvo licencia para estar un tiempo en la
diócesis de
Valparaíso. El Obispo de entonces le asignó la Parroquia de Hijuelas.
Allá su acción pastoral y social fue
sorprendente e incansable. Construyó escuelas,
capillas, talleres para capacitación laboral. Con los pocos recursos que
obtenía fue ampliando la escuela
parroquial que él mismo, ayudado por muy buenos laicos, animaba pastoralmente. Su espíritu josefino nunca
vino menos. Su pastoral, aunque bastante tradicional, lograba frutos
duraderos y gratificantes.
Conocía personalmente a
todos los feligreses. Tenía una ficha de cada familia, donde anotaba todo y seguía
todo, con admirable cura pastoral.
Por el año 1994 empezó
el camino de reintegración jurídica a la Congregación, cosa que se efectuó en el día
15/01/1997. P. Ferruccio, dejando todo en Hijuelas en manos de una benemérita
congregación religiosa, fue reincomporado a la comunidad Josefina de Requinoa (21/02/97). En 18/05/1997
rehacía los votos religiosos temporales, coronados el 26 de abril de 2000 con
los votos perpetuos en Roma, junto con la celebración de sus 50 años de
sacerdocio.
Unos días antes de su muerte serena;
precisamente el día 16/09, luego de una semana
de Hospital, así escribía en su diario: "La acogida de vuelta del hospital
ha sido cordial en mi comunidad y
esto me alienta. Justo ayer fue el aniversario de mi alejamiento para ir a Hijuelas (15/9/83). Son 17 años. Allá
me quedé hasta el 21/02/1997. ¿Valió la pena? Todo considerado, no. Hoy no lo
haría ni muerto. Pero son los ofuscamientos del momento. Sin embargo
Dios se sirve de todo para sus planes como ayer con la persona del norte que
vino hablar conmigo. ¡Bendito seas tú, Señor!"
Los años en que vivió en
la comunidad de Requinoa fueron serenos y empeñados. P. Ferruccio, con su
cultura multifacética, su espíritu humorístico e inteligencia despierta,
era muy agradable en la conversación con los hermanos. Ayudaba en el trabajo pastoral en la matriz y en las
numerosas capillas, no obstante su dificultad ambulatoria.
Era siempre disponible para confesiones y
coloquios espirituales. Continuaba estudiando mucho, especialmente el Derecho Canonico. Sea en
la Diócesis de Valparafso que en la de
Rancagua, fue invitado por el respectivo obispo a hacer parte del Tribunal
Eclesiàstico Diocesano para
estudiar, en primera instancia, las causas de declaración de nulidad matrimoniales.
Religioso muy fiel a sus deberes de piedad y de comunidad, no perdìa
tiempo. Es increfble la cantidad de
material informativo recolectado (recortes de revistas, periódicos,
età), las fichas de estudio, las carpetas de escritos personales y los libros
en general que dejó en su habitación. Hay también centenas de casetes
(grabados con su voz) de documentos importantes y hasta del diccionario. En las
horas de "descanso" en su sillón, escuchaba una por una, siempre con
ganas de grabar en su mente mas cosas.
Hace dos anos P. Ferruccio asì escribìa: "Como creo ser (ahora
1998): Un sacerdote anciano, que no
charla tan fàcilmente, pero, si corresponde hacerlo en una con-'ferencia o algo
parecido, tiene hasta demasiada labia. Le gusta el estudio, menos que so-bre
argumentos demasiado abstractos, se dedica a materias religiosas, pero le gusta
también la historia del arte, la grafologia, la politica y la geografia. No le
gusta perder tiempo. Si està cansado, descansa con gusto también con
una buena siesta. Fiel a las practicas de piedad, le gusta hablar en manera
eulta y dar consejos. No busca la fama, le gusta la paz, la naturaleza, la meditación, visitar el cementerio,
especialmente de su aidea nativa.
Como queria ser: Un
hombre de Dios, con la mente siempre en Dios, buen padre espiritual y confesor, ordenado, sano, con la mente lùcida, con
mucho saber religioso. Tener tranquilidad espiritual y entretenerse en
conversaciones con Dios".
¡Un hombre siempre con ganas de ser mejor! Dios
llamó su siervo bueno y fiel de vuelta a la Casa del Padre. ¡Con manos llenas, con misión cumplida!
Su preocupación para con los pobres y los ùltimos
por amor a Jesus, fue el fondamento de su vida josefina, consagrada y sacerdotal.
Su funeral, con la presencia de tres Obispos y 15 sacerdotes y una multitud
de pueblo venido de Requinoa, Hijuelas y
Valparafso, fue una glorificación de este josefino, humilde y
caritativo, que supo hacer y callar y tener tanto amor a los jóvenes y a los
pobres.
En el cementerio parroquial de Requinoa, mientras
depositaban el fèretro en la tumba de la Congregación, todos los presentes aplaudieron con larga salva
de palmas y un papà muy pobremente vestido,
abrazado a su hijita, en làgrimas gritó: "¡Adiós padrecito, cuide
siempre de nosotros!".
El Senor te guarde para la vida eterna, P.
Ferruccio, cuida también de nosotros, tus Hermanos de Congregación y tu pueblo, especialmente el mas pobre.
Villa Bosch (Buenos Aires), 20 de octubre de 2000.
P. Orides Ballardin
Provincial